domingo, 21 de agosto de 2011

Una mirada neurobiológica de una canción de Gardel: 2da parte

El tango "Por una cabeza" fue escrito en 1935 con música de Carlos Gardel y letra de Alfredo Le Pera. La letra de este tango, curiosamente, se centra en dos poderosos estímulos de la vía Mesolímbica dopaminérgica de Recompensa, que se entrecruzan a lo largo de la canción.
Comienza con el "lamento" de un "burrero", de un apostador, al parecer, compulsivo (este tipo de conductas generan placer al aumentar la Dopamina en la vía que va del Tegmentum Mesencefálico al núcleo Accumbens Límbico):

Por una cabeza
de un noble potrillo
que justo en la raya
afloja al llegar,
y que al regresar
parece decir:
No olvides, hermano,
vos sabés, no hay que jugar.

Sopresivamente, en la misma estrofa, salta de este lamento de apostador al lamento de un rechazo romántico (¡que activa la misma vía y el mismo neurotransmisor!):

Por una cabeza,
metejón de un día
de aquella coqueta
y burlona mujer,
que al jurar sonriendo
el amor que está mintiendo,
quema en una hoguera
todo mi querer.

La próxima estrofa está dedicada a las sensaciones afectivas del desengaño romántico (no olvidemos que la descarga de Dopamina aumenta tanto en el amor romántico feliz como en el infeliz):

Por una cabeza,
todas las locuras.
Su boca que besa,
borra la tristeza,
calma la amargura.
Por una cabeza,
si ella me olvida
qué importa perderme
mil veces la vida
para qué vivir.

La estrofa final vuelve al dilema del apostador compulsivo pero también entremezclado con el recuerdo de su fracaso amoroso:

Cuántos desengaños,
por una cabeza.
Yo juré mil veces,
no vuelvo a insistir.
Pero si un mirar
me hiere al pasar,
sus labios de fuego
otra vez quiero besar.
Basta de carreras,
se acabó la timba.
¡Un final reñido
yo no vuelvo a ver!
Pero si algún pingo
llega a ser fija el domingo,
yo me juego entero.
¡Qué le voy a hacer...!


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