El concepto de “supervivencia del más fuerte” NO pertenece a Charles Darwin sino al Social-Darwinismo que fue una forma en que algunos filósofos y sociólogos trataron de aplicar a los sistemas culturales humanos una interpretación distorsionada del concepto de evolución natural.
El Social-darwinismo fue elaborada por el filósofo inglés Herbert Spencer que planteaba que los grupos humanos deben competir entre sí para sobrevivir y que por lo tanto las razas “superiores” son las más aptas para lograrlo.
Darwin recibió estas ideas de Spencer con gran escepticismo y por este motivo muchos autores plantean que sería más correcto denominar a esta corriente de pensamiento como “Social-Spencerismo”.
El Darwinismo “real” planteó una visión biológica en la cual la evolución es básicamente la transmisión de generación en generación de la adaptación al medio ambiente.
Desde esta óptica las heterogeneidades entre las especies están directamente correlacionadas con su habilidad para sobrevivir.
Así las diversidades (diferencias – adaptaciones) entre las especies están relacionadas con los factores geográficos. Los organismos mejor adaptados a su ambiente ganan ventajas para sobrevivir y las transmiten genéticamente a sus crías.
TODO este concepto de Darwin es resumido por Spencer en la “supervivencia del más fuerte” y es aplicado a los humanos con la conclusión de que las razas “blancas” evolucionaron mucho más rápidamente que las demás.
¿Cuál sería la reacción de Spencer al conocer lo que plantea el estudio actual del genoma humano en el sentido de que TODOS los humanos somos genéticamente africanos?
No contento con estas afirmaciones, Spencer lo lleva un paso más allá e interpreta que el más fuerte es aquel que puede acumular más dinero y status social, y que los más adinerados son entonces los que están “elegidos” para dominar.
En su criterio la selección natural favorece a los individuos superiores para que sobrevivan.
Continúa Spencer diciendo que los miembros débiles de la sociedad caen en la pobreza y que para que la Humanidad progrese es necesaria la competencia entre estos dos grupos sociales. Las sociedades “iluminadas” deben permitir que los pobres mueran de manera de no debilitar el “stock” racial.
Estas opiniones no cayeron en saco roto e influyeron en la Inglaterra del siglo XIX en la conducta (pasiva) a tomar frente a la mortalidad que producía la Tuberculosis entre la clase trabajadora.
El Social-Darwinismo ganó un gran apoyo en ciertas esferas políticas y fue utilizado para justificar el imperialismo, el laissez faire, el racismo y el nacional-socialismo.
Fue utilizado por los teóricos del nazismo para aplicar el concepto de Eugenesia, poderosamente impregnada de la idea de que el “débil” (otras “razas”, los pobres, los enfermos mentales, etc., etc.) transmite sus características “indeseables” a las próximas generaciones.
El racismo fue el eje teórico del nacionalsocialismo y su base fue una interpretación vernácula de la Teoría de la Evolución de Darwin.
Esta lectura del darwinismo fue la “máscara” científica del nazismo.
En esta visión tan particular del “Social-Spencerismo” todo intento de proveer bienestar a los pobres es un error trágico.
Alimentar y dar techo a la población más desprotegida sólo permitirá su supervivencia y la transmisión de sus “debilidades” a sus hijos.
Desde esta perspectiva la “inferioridad” es hereditaria y en sintonía con esta idea se intentó demostrar que existían “familias” de criminales, alcohólicos y prostitutas.
Apoyados en este basamento teórico fue fácil para algunos pensadores sociales darle un contenido moral a la noción del más fuerte de manera tal que las razas que sobrevivían estaban moralmente justificadas.
Así la doctrina de la selección natural fue fácilmente asimilada por C. Gobineau quien publicó en 1853 un ensayo titulado “La Desigualdad de las razas humanas”.
Para Gobineau “Las razas que se mantuvieron superiores fueron aquellas que mantuvieron su pureza racial intacta”. “Por esto la raza blanca es la superior”.
E. Haeckel fue el padre espiritual del nazismo. Desarrolló, desde la teoría social-darwiniana, un programa científico para nazis.
De las propuestas de racistas de Gobineau, Adolf Hitler creó una política centrada en el racismo y de Haeckel una política “biológica”.
Así podemos ver en su libro “Mi lucha” conceptos como “selección natural”, “apareamiento selectivo”, “lucha entre razas por la supervivencia”, “exterminación del débil para crear una mejor sociedad”, “mezclar sangre aria con razas inferiores resultará en la degeneración de la raza fundacional”, “saquen a los germanos nórdicos y no quedará nada más que la danza de los monos”, etc.
Hasta el título de este libro (Mein Kampf) está inspirado en el principio social-darwinista de una lucha constante para lograr la supervivencia.
La versión social de la selección natural formó una parte importantísima del marco conceptual nacionalsocialista. Si dos países entraban en guerra, el victorioso debía ser “biológicamente superior” al vencido. Por esto era “moralmente correcto”, y adecuado, que el vencedor eliminara físicamente al vencido.
Este concepto fue de la mano con la noción de Eugenesia: No solo debía prevalecer sobre el débil combatiéndolo sino que también se podía “mejorar la cría” aplicando las nociones “iluminadas” de selección y genética.
Ya desde 1929, en una reunión del partido nacionalsocialista en Nuremberg, se planteó la pregunta ¿Cómo hay que tratar a los más débiles? Pregunta que fue contestada siguiendo los conceptos de “higiene racial” y “mantenimiento de la fuerza étnica”.
En esa reunión Hitler proclamó: “Si Alemania tuviera un millón de niños por año y eliminara los 800.000 niños más débiles el resultado sería el aumento de la fuerza racial de Alemania”.
Es de destacar, y esto no ha sido profundamente analizado en la gran bibliografía existente sobre el genocidio nazi, que Hitler en esta afirmación no está hablando de aniquilar personas de otras “razas”, otras ideas políticas, otras religiones u otras orientaciones sexuales sino de personas de la “raza aria”, forma en la que él solía denominar a los alemanes cristianos “de nacimiento” y sin antecedentes de otra religión en las últimas tres generaciones.
Estas ideas implican, lisa y llanamente, “Ingeniería Racial” mediante un asesinato generalizado justificado por la ideología del Darwinismo Social.
En 1920 aparece un libro titulado “Destrucción de la vida indigna de vivir” escrito por un abogado (K. Binding) y por un psiquiatra (A. Hoche).
En sus páginas se defiende firmemente la idea que debe ahorrarse el dinero dirigido a los asilos de enfermos mentales para fines más productivos.
Estamos recién en los inicios de la República de Weimar y estas ideas reciben un fuerte rechazo por parte de la mayoría de los médicos alemanes.
Sin embargo en esta misma década Adolf Hitler escribe en su libro Mein Kampf: “Es un contrasentido dejar que los enfermos incurables contaminen a los sanos”. “Que se impida a los individuos defectuosos propagar vástagos es un exigencia cuya causa está clarísima”.
En este ambiente, la depresión económica de los 30 genera en el público mayor intolerancia y un claro giro hacia la derecha que finaliza con la reinstauración de la pena de muerte en Alemania y la radicalización de las ideas médicas sobre eugenesia e “higiene” racial.
En una época de recortes drásticos del gasto público el costo de mantenimiento de los enfermos mentales en los asilos entra en el centro de un debate parlamentario en Alemania. Este debate finaliza con una legislación sobre esterilización “voluntaria” (¿?) de aquellas personas que tuvieran taras hereditarias.
Esta Ley de Esterilización del Reich (promulgada en 1932), aunque parezca increíble, recibe un entusiasta apoyo de abogados, funcionarios y de la Asociación de Médicos de Alemania.
Debemos destacar que en ese año el partido Nacionalsocialista recibió el 34% de los votos. Los nazis, descontentos con una legislación que consideraban “timorata”, reclamaron una esterilización obligatoria de todos aquellos con enfermedades hereditarias.
En esta misma década, al bajar la posición social de los Psiquiatras y deteriorarse las condiciones en los asilos por los recortes de gastos, la idea de ahorrar gasto en “idiotas” va aumentando entre los médicos alemanes.
En 1933 Adolf Hitler llega al poder y se aprueba la ley tristemente célebre de esterilización obligatoria. Pero no debemos olvidar que los “especialistas” habían ya “fertilizado” el terreno antes de que Hiltler ocupara su cargo.
En aquel año su deificación, y la autoridad total cedida a Hitler por sus aliados políticos, dieron campo libre a acciones radicales inconcebibles en Alemania dos años atrás.
Sin transmisión directa de órdenes y, lo que es peor, sin siquiera la promulgación de una ley que apoyara estas acciones (y debemos aclarar que ningún médico alemán requirió de una orden escrita o una ley promulgada para llevar a cabo sus acciones) se realizaron iniciativas que se suponían que estaban en sintonía con los objetivos del Fhurer.
Un ejemplo de esto fue la Ley para la Prevención de Descendencia de Enfermedades Hereditarias (mentales y físicas). Esta ley, desarrollada por un comité de especialistas en población y cuestiones raciales, estaba dirigida a la “esterilización de personas enfermas e inferiores”. Dentro de este grupo se incluyeron hasta los alcohólicos crónicos.
Hitler, al igual que en la solución final de los judíos, no tuvo una actuación directa. Sólo dejó que sus especialistas trabajaran en la dirección del Fhurer y proclamó: “... una ley beneficiosa para la familia”, “es una ley moralmente indiscutible”, “todas las medidas que se toman en defensa de la nación están moralmente justificas”.
Siguiendo este principio de ingeniería racial se esterilizaron en forma obligatoria más de 400.000 personas. No se tienen registros de ningún doctor alemán, tanto los que eran médicos de cabecera de los pacientes o los que llevaron a cabo las operaciones, que se haya resistido o haya al menos solicitado una orden escrita.
Con el ascenso de Hitler al poder los Psiquiatras dispuestos a la “eutanasia” tuvieron también su posibilidad. En 1933 el especialista en Derecho Penal (y Ministro de Justicia nazi) H. Kerrl proclama: “No es un delito la orden de privar la vida a todos aquellos enfermos mentales incurables.
G. Wagner (dirigente de los Médicos del Reich y famoso por su “Ley de Sangre” en contra de los judíos) presionó a favor de la destrucción de “la vida indigna de vivir” y afirma que “Vastos recursos se desperdician en vidas inútiles” (aclaramos que el autor de estas afirmaciones, aunque no lo parezca, es un médico).
En 1933 Hitler, seis años antes del inicio de la segunda guerra mundial (lo que habla a las claras que ya en el año de su ascenso al poder tenía in mente el comienzo de una guerra europea), afirma en relación al asesinato de los enfermos mentales: “Esta resolución radical será mucho más fácil de ejecutar durante una guerra”.
Por orden del Ministro de Propaganda nazi J. Goebbels se filman en los asilos para enfermos mentales de toda Alemania escenas con el fin de horrorizar a la opinión pública.
La Oficina “Racial” nacionalsocialista produce con este material cinco películas mudas y una con sonido que se proyectan en forma obligatoria por orden de Hitler en todos los cines del Reich. También se inunda Alemania con una publicidad (que encabeza esta entrada) que dice "Esta persona genéticamente enferma le costará al país sesenta mil marcos a lo largo de su vida. ¡Ciudadanos éste es vuestro dinero!".
En 1936 se lleva a cabo el traslado obligatorio de todos los pacientes mentales de los asilos a cargo de la Iglesia a los asilos estatales.
Por esa época aparece publicado en Das Scwarze Corps (órgano oficial de las también tristemente célebres SS) una carta de lectores que pide una ley que permita eliminar a los niños retrasados mentales: “ley que ayudaría a corregir los errores de la naturaleza”.
Como apoyo a esta solicitud aparece en el editorial de esta revista un artículo que dice que en contra del argumento que no hay ningún derecho a matar “hay cien veces menos derecho a desafiar a la naturaleza manteniendo vivo a lo que no nació para la vida”. “No se le quita nada a un niño con una lesión cerebral grave si se le extingue”.
En 1939, el mismo año de la invasión a Polonia y del comienzo de la segunda guerra mundial, aparece una oportunidad.
El padre de un niño con discapacidades graves (ciego, sin antebrazo y con una pierna deforme) solicita a Hitler que autorice la eutanasia del niño.
Hitler envía a su médico personal (Karl Brandt) con la función de evaluar al niño y autorizar la eutanasia, que es efectivamente llevada a cabo.
A posteriori de este evento Hitler le da en forma verbal a Brandt poder para actuar de la misma manera si surgen más casos.
Es así que en los años venideros mueren más de 8.000 niños alemanes por inyecciones de barbitúricos.
Cuando en la Cancillería se le hace algún comentario sobre este tema al Fhurer él contesta “en una guerra se puede hacer un mucho mejor uso de los hospitales que desperdiciándolos en enfermos mentales”.
Los médicos del Reich son abrumadoramente favorables a colaborar con la “eutanasia” de enfermos mentales sólo con autorizaciones verbales.
Es interesante comparar esta actitud de los médicos alemanes de proceder al asesinato de miles de sus pacientes sin ninguna orden escrita con la del jefe de las SS Himmler (sin lugar a duda uno de los asesinos más sanguinarios del régimen nazi) frente al problema de los matrimonios mixtos (de judíos con cristianos).
En 1943 quedaban aún 4.000 matrimonios mixtos que vivían en Berlín.
Hitler da la orden perentoria de que todos estos matrimonios deben ser deportados a los campos de exterminio. Cuando las SS intentan cumplir la orden las esposas y esposos alemanes cristianos se resisten a la orden de deportación. Puesto en conocimiento de Hitler esta resistencia el Fhurer ordena que se lleve a cabo a sangre y fuego.
Himmler, ante la perspectiva de tener que asesinar a 4.000 alemanes “arios” solicita a Hitler una orden escrita (que no fue solicitada por Himmler para llevar a cabo el genocidio de millones de rusos, polaco, lituanos, gitanos, etc). Como Hitler no emite esta orden, las SS no llevan a cabo la deportación y estos 4.000 matrimonios mixtos siguieron viviendo en Berlín hasta el fin de la guerra sin ser molestados.
Este asesinato masivo de enfermos mentales es llevado acabo por las estructuras del partido nacionalsocialista sin informar a ninguna repartición del gobierno (Ministerios, Secretarías, etc).
Mueren así decenas de miles sin ningún fundamento jurídico. Este es un claro ejemplo de la deformación de las estructuras gubernamentales por órganos del gobierno y del partido que aplicaban la voluntad del Fhurer. Claramente el régimen nazi pasa a la acción criminal directa.
Los médicos psiquiatras de los asilos de enfermos mentales también trabajan en la dirección del Fhurer seleccionando a los pacientes que eran trasladados a asilos en los cuales otros médicos (¡que NO estaban obligados a participar!) los asesinaban con monóxido de carbono.
Los Psiquiatras matan a sus propios pacientes. ¡Este es un crimen sin precedentes en los anales de la Historia de la Medicina del cual aún no hemos perdido perdón!
Este es un hecho tan perturbador y perverso que obliga a plantear la pregunta que inicia el título de este artículo: ¿Hitler necesitaba a la Psiquiatría alemana o era la Psiquiatría alemana la que necesitaba a Hitler?
Recordemos que ya en 1918 Emil Kraepelin, considerado el fundador de la psiquiatría científica moderna, planteó enigmáticamente: “Un líder absoluto que interfiera inescrupulosamente con las costumbres humanas llevará en pocas décadas a la disminución de la debilidad mental”.
En 1931 H. Simon (jefe de servicio de Psiquiatría) afirmó: “Son categorías inferiores de personas los inválidos, débiles, insanos, imbéciles... Algunos deberán morir”.
En 1934 E. Rudin (renombrado Psiquiatra alemán) expresó: “Los Psiquiatras y las personas sanas son aliados contra los genéticamente defectuosos. Los Psiquiatras deben ayudar para lograr una raza genéticamente superior”. Continúa Rudin: “La esterilización compulsiva es uno de los actos más humanitarios”.
Ningún Psiquiatra se resistió a este asesinato en masa. Por el contrario cuando los directores del Asilo de Wurttemberg “visitaron”, acompañados de decenas de sus pacientes, el asilo de Grafeneck; la “visita” incluyó el gaseado de sus pacientes.
El director de un asilo de Baviera envió a sus pacientes “más difíciles” a un denominado “campo de trabajo” donde fueron gaseados.
El Profesor P. Nitsche (uno de los planificadores del asesinato en masa de los pacientes psiquiátricos) afirmó: “¿No es extraordinario deshacerse de toda la resaca de los asilos para poder hacer una verdadera terapia (electroshock, shock insulínico, etc.)?”
No contentos con esto los pacientes psiquiátricos son utilizados como “conejitos de India” humanos y son víctimas de proyectos de investigación humanos.
Niños con déficits mentales son infectados artificialmente con bacilos de la tuberculosis por el doctor G. Hensel quien publica su tesis de doctorado sobre este tema. En esta tesis Hensel afirma: “Es lógico utilizar para la experimentación a niños con deformidades mentales que no serán de beneficio para la nación”.
En el asilo de Brandenburgo niños con déficits neurológicos o trastornos psiquiátricos deben morir para el desarrollo de tesis de doctorados y el avance de las carreras de diferentes “científicos”.
Uno de estos “científicos” es el doctor J. Hallevorden quien publica: “Durante el verano de 1942 disequé 500 cerebros de imbéciles. Había un material estupendo entre estos cerebros como deformidades y trastornos neurológicos pediátricos...”
En el asilo de Silesia se asesina a decenas de niños con Luminal y sus cerebros y médulas son enviados al profesor Weizacker del Instituto de Neurología de Breslau. La doctora Elizabeth Hecker del asilo de Silesia opina: “Me parece estupendo que el profesor Weizacker nos haga el honor de estudiar los cerebros de nuestros niños”.
La industria farmacéutica no desaprovecha la oportunidad. IG Farben infecta deliberadamente con malaria a pacientes de los asilos.
El doctor G. Schaltenbrand extrae líquido cefalorraquídeo de pacientes con esclerosis múltiple para inyectarlo en monos. Luego extrae líquido cefalorraquídeo de estos monos y se lo inyecta a pacientes psiquiátricos en forma previa a su gaseado.
Todos estos estudios son apoyados por la Asociación Alemana de Investigación. El doctor Schaltenbrand es nombrado en 1949 Profesor Titular de Neurología.
En el asilo de Saxon mueren 5.700 pacientes entre 1939 y 1945, de los cuales 1.012 fallecen en mayo de 1945. ¡A semanas de la rendición de Alemania!
En el asilo de Hadamar en 1941 se deja morir de hambre a más de 5.000 pacientes.
En el asilo de Berlín mueren más de 18.000 pacientes entre 1941 y 1945.
En enero de 1945, a meses de la rendición de Alemania, el doctor A. Wahlman solicita 50.000 pastillas de Veronal para seguir asesinando a sus pacientes.
En el asilo de Baviera su director crea una dieta especial para que sus pacientes mueran de hambre en “tan sólo” tres meses.
En el último año de la guerra la mortalidad de los pacientes de los asilos alemanes aumentó un 45%.
A pesar del intento de rescate de las fuerzas americanas los pacientes siguieron falleciendo debido a su estado desesperante.
El Gauletier de Pomerania colabora con las fuerzas de la SS en “despejar los asilos de la región” para dar sitio a los alemanes provenientes de las repúblicas del Báltico debido al avance de las fuerzas soviéticas. Los 1558 pacientes “despejados” son fusilados en masa por las SS.
Los fusilamientos son reemplazados por cámaras de gas móviles en Polonia.
En 1940 son así asesinados 10.000 enfermos mentales, en 1941 90.000 y en 1945 esta cifra se eleva a 190.000 gaseados.
Con el gas vendido por IG Farben se asesinan en Alemania entre 1940 y 1941 cientos de pacientes de seis asilos. Sus coronas dentales de oro se “rescatan” y sus cerebros son enviados al Kaiser Wilhelm Institute de investigación Neurológica de Berlín (actualmente Instituto Max Planck).
Esta acción de “eutanasia” de los enfermos mentales alemanes hubiera sido imposible sin Adolf Hitler quien le dio a los psiquiatras una especie de “licencia” para matarlos. Pero NO debemos olvidar que fueron los médicos de los asilos quienes se encargaron del asesinato.
En 1941 el obispo Galen afirmó durante una homilía dominical: “Numerosas muertes de enfermos mentales siguen la doctrina de la destrucción de la vida indigna de vivir, es decir matar inocentes si se considera que sus vidas ya no son útiles para la nación. Entonces corren el mismo riesgo aquellos que arriesgan su vida en el frente. ¿Quién confiará en su médico? Puede denunciar a su paciente como improductivo y recibir instrucciones de matarle”.
Ante estas declaraciones Martín Bormann considera que el obispo Galen debe ser ahorcado. Si bien Hitler está de acuerdo con él considera que, debido a la guerra, no es el momento “adecuado”.
Galen hace en sus homilías una relación entre las acciones de eutanasia y los ataques aéreos devastadores de los aliados: “Son un castigo de Dios por las ofensas llevadas a cabo contra el mandamiento de no matarás”.
Esta ofensiva de la Iglesia coincide con una reubicación de los “especialistas” en gaseado en Polonia para llevar acabo el programa planificado con anterioridad de la matanza generalizada y el exterminio de los judíos europeos.
Muy pocos médicos alemanes que llevaron a cabo el asesinato de los enfermos mentales fueron juzgados en el juicio de Nuremberg.
Muchos de estos médicos lograron prosperar en la Alemania de la posguerra. Ninguno mostró pesar, constricción o culpa por sus acciones.
Estos médicos asesinos fueron tratados luego de la guerra con mucha más simpatía que sus pacientes (quienes recordemos que en 1945 tuvieron una mortalidad de casi el 50%).
Muchos centros hospitalarios y universitarios de la Alemania de posguerra recibieron los nombres de los que asesinaron y esterilizaron compulsivamente.
Un ejemplo claro de esto es el “Profesor” H. Ehrhardt (quien tuvo un activo papel en el gaseado y esterilización de enfermos mentales) que en 1947 recibió el máximo galardón de la Asociación Médica Alemana. ¡En 1948 es nombrado por el gobierno como perito en las demandas de los esterilizados!. Por supuesto Ehrhardt rechazó todas las demandas como infundadas.
¡Luego es nombrado asesor de la Organización Mundial de la Salud! Finalmente, como una especie de broma macabra, es nombrado miembro del comité de ética de la Asociación Mundial de Psiquiatría. Una de sus afirmaciones preferidas era: “La muerte por gas es una de las formas más humanas de muerte”.
Para los médicos alemanes proteger a sus colegas siempre tuvo prioridad sobre el sufrimiento de sus víctimas. Sólo así se puede comprender que NINGUN colega avisó al gobierno alemán que muchos de los psiquiatras que actuaban como peritos en las múltiples demandas por esterilización habían cambiado sus nombres y eran ellos mismos los responsables de las atrocidades del peritaje.
Durante la posguerra el Doctor Hallevorden (disector de los cerebros de los enfermos mentales) es nombrado jefe del departamento de Neurología del Instituto Max Planck.
El doctor H. Heine (director del asilo de Brandenburgo donde murieron centenares de enfermos) fue nombrado jefe de psiquiatría infantil en Wunstorf.
La doctora E. Heckel (directora del asilo de Breslau) fue “premiada” por enviar a centenares de niños con trastornos mentales a las cámaras de gas con la jefatura de Psiquiatría infantil de Westphalia.
La protección de estos asesinos se prolongó hasta el día de su muerte. Podemos leer en el obituario del responsable del gaseado de centenares de pacientes: “Lo honraremos y recordaremos...”. En el obituario de un homicida de cientos de niños: “Conmemoramos con honor al doctor...”.
En el obituario del doctor Panse (encargado de seleccionar a aquellos pacientes que debían ir a las cámaras de gas): “Una vida dedicada al servicio de los sufrientes”.
Frente a todos estos hechos de barbarie uno no puede menos que concordar con una afirmación de Ernest Klee (uno de los investigadores de este tema tan doloroso y vergonzoso para todos los médicos): “Aquellos que honran a los perpetradores matan por segunda vez a sus víctimas”
El Social-darwinismo fue elaborada por el filósofo inglés Herbert Spencer que planteaba que los grupos humanos deben competir entre sí para sobrevivir y que por lo tanto las razas “superiores” son las más aptas para lograrlo.
Darwin recibió estas ideas de Spencer con gran escepticismo y por este motivo muchos autores plantean que sería más correcto denominar a esta corriente de pensamiento como “Social-Spencerismo”.
El Darwinismo “real” planteó una visión biológica en la cual la evolución es básicamente la transmisión de generación en generación de la adaptación al medio ambiente.
Desde esta óptica las heterogeneidades entre las especies están directamente correlacionadas con su habilidad para sobrevivir.
Así las diversidades (diferencias – adaptaciones) entre las especies están relacionadas con los factores geográficos. Los organismos mejor adaptados a su ambiente ganan ventajas para sobrevivir y las transmiten genéticamente a sus crías.
TODO este concepto de Darwin es resumido por Spencer en la “supervivencia del más fuerte” y es aplicado a los humanos con la conclusión de que las razas “blancas” evolucionaron mucho más rápidamente que las demás.
¿Cuál sería la reacción de Spencer al conocer lo que plantea el estudio actual del genoma humano en el sentido de que TODOS los humanos somos genéticamente africanos?
No contento con estas afirmaciones, Spencer lo lleva un paso más allá e interpreta que el más fuerte es aquel que puede acumular más dinero y status social, y que los más adinerados son entonces los que están “elegidos” para dominar.
En su criterio la selección natural favorece a los individuos superiores para que sobrevivan.
Continúa Spencer diciendo que los miembros débiles de la sociedad caen en la pobreza y que para que la Humanidad progrese es necesaria la competencia entre estos dos grupos sociales. Las sociedades “iluminadas” deben permitir que los pobres mueran de manera de no debilitar el “stock” racial.
Estas opiniones no cayeron en saco roto e influyeron en la Inglaterra del siglo XIX en la conducta (pasiva) a tomar frente a la mortalidad que producía la Tuberculosis entre la clase trabajadora.
El Social-Darwinismo ganó un gran apoyo en ciertas esferas políticas y fue utilizado para justificar el imperialismo, el laissez faire, el racismo y el nacional-socialismo.
Fue utilizado por los teóricos del nazismo para aplicar el concepto de Eugenesia, poderosamente impregnada de la idea de que el “débil” (otras “razas”, los pobres, los enfermos mentales, etc., etc.) transmite sus características “indeseables” a las próximas generaciones.
El racismo fue el eje teórico del nacionalsocialismo y su base fue una interpretación vernácula de la Teoría de la Evolución de Darwin.
Esta lectura del darwinismo fue la “máscara” científica del nazismo.
En esta visión tan particular del “Social-Spencerismo” todo intento de proveer bienestar a los pobres es un error trágico.
Alimentar y dar techo a la población más desprotegida sólo permitirá su supervivencia y la transmisión de sus “debilidades” a sus hijos.
Desde esta perspectiva la “inferioridad” es hereditaria y en sintonía con esta idea se intentó demostrar que existían “familias” de criminales, alcohólicos y prostitutas.
Apoyados en este basamento teórico fue fácil para algunos pensadores sociales darle un contenido moral a la noción del más fuerte de manera tal que las razas que sobrevivían estaban moralmente justificadas.
Así la doctrina de la selección natural fue fácilmente asimilada por C. Gobineau quien publicó en 1853 un ensayo titulado “La Desigualdad de las razas humanas”.
Para Gobineau “Las razas que se mantuvieron superiores fueron aquellas que mantuvieron su pureza racial intacta”. “Por esto la raza blanca es la superior”.
E. Haeckel fue el padre espiritual del nazismo. Desarrolló, desde la teoría social-darwiniana, un programa científico para nazis.
De las propuestas de racistas de Gobineau, Adolf Hitler creó una política centrada en el racismo y de Haeckel una política “biológica”.
Así podemos ver en su libro “Mi lucha” conceptos como “selección natural”, “apareamiento selectivo”, “lucha entre razas por la supervivencia”, “exterminación del débil para crear una mejor sociedad”, “mezclar sangre aria con razas inferiores resultará en la degeneración de la raza fundacional”, “saquen a los germanos nórdicos y no quedará nada más que la danza de los monos”, etc.
Hasta el título de este libro (Mein Kampf) está inspirado en el principio social-darwinista de una lucha constante para lograr la supervivencia.
La versión social de la selección natural formó una parte importantísima del marco conceptual nacionalsocialista. Si dos países entraban en guerra, el victorioso debía ser “biológicamente superior” al vencido. Por esto era “moralmente correcto”, y adecuado, que el vencedor eliminara físicamente al vencido.
Este concepto fue de la mano con la noción de Eugenesia: No solo debía prevalecer sobre el débil combatiéndolo sino que también se podía “mejorar la cría” aplicando las nociones “iluminadas” de selección y genética.
Ya desde 1929, en una reunión del partido nacionalsocialista en Nuremberg, se planteó la pregunta ¿Cómo hay que tratar a los más débiles? Pregunta que fue contestada siguiendo los conceptos de “higiene racial” y “mantenimiento de la fuerza étnica”.
En esa reunión Hitler proclamó: “Si Alemania tuviera un millón de niños por año y eliminara los 800.000 niños más débiles el resultado sería el aumento de la fuerza racial de Alemania”.
Es de destacar, y esto no ha sido profundamente analizado en la gran bibliografía existente sobre el genocidio nazi, que Hitler en esta afirmación no está hablando de aniquilar personas de otras “razas”, otras ideas políticas, otras religiones u otras orientaciones sexuales sino de personas de la “raza aria”, forma en la que él solía denominar a los alemanes cristianos “de nacimiento” y sin antecedentes de otra religión en las últimas tres generaciones.
Estas ideas implican, lisa y llanamente, “Ingeniería Racial” mediante un asesinato generalizado justificado por la ideología del Darwinismo Social.
En 1920 aparece un libro titulado “Destrucción de la vida indigna de vivir” escrito por un abogado (K. Binding) y por un psiquiatra (A. Hoche).
En sus páginas se defiende firmemente la idea que debe ahorrarse el dinero dirigido a los asilos de enfermos mentales para fines más productivos.
Estamos recién en los inicios de la República de Weimar y estas ideas reciben un fuerte rechazo por parte de la mayoría de los médicos alemanes.
Sin embargo en esta misma década Adolf Hitler escribe en su libro Mein Kampf: “Es un contrasentido dejar que los enfermos incurables contaminen a los sanos”. “Que se impida a los individuos defectuosos propagar vástagos es un exigencia cuya causa está clarísima”.
En este ambiente, la depresión económica de los 30 genera en el público mayor intolerancia y un claro giro hacia la derecha que finaliza con la reinstauración de la pena de muerte en Alemania y la radicalización de las ideas médicas sobre eugenesia e “higiene” racial.
En una época de recortes drásticos del gasto público el costo de mantenimiento de los enfermos mentales en los asilos entra en el centro de un debate parlamentario en Alemania. Este debate finaliza con una legislación sobre esterilización “voluntaria” (¿?) de aquellas personas que tuvieran taras hereditarias.
Esta Ley de Esterilización del Reich (promulgada en 1932), aunque parezca increíble, recibe un entusiasta apoyo de abogados, funcionarios y de la Asociación de Médicos de Alemania.
Debemos destacar que en ese año el partido Nacionalsocialista recibió el 34% de los votos. Los nazis, descontentos con una legislación que consideraban “timorata”, reclamaron una esterilización obligatoria de todos aquellos con enfermedades hereditarias.
En esta misma década, al bajar la posición social de los Psiquiatras y deteriorarse las condiciones en los asilos por los recortes de gastos, la idea de ahorrar gasto en “idiotas” va aumentando entre los médicos alemanes.
En 1933 Adolf Hitler llega al poder y se aprueba la ley tristemente célebre de esterilización obligatoria. Pero no debemos olvidar que los “especialistas” habían ya “fertilizado” el terreno antes de que Hiltler ocupara su cargo.
En aquel año su deificación, y la autoridad total cedida a Hitler por sus aliados políticos, dieron campo libre a acciones radicales inconcebibles en Alemania dos años atrás.
Sin transmisión directa de órdenes y, lo que es peor, sin siquiera la promulgación de una ley que apoyara estas acciones (y debemos aclarar que ningún médico alemán requirió de una orden escrita o una ley promulgada para llevar a cabo sus acciones) se realizaron iniciativas que se suponían que estaban en sintonía con los objetivos del Fhurer.
Un ejemplo de esto fue la Ley para la Prevención de Descendencia de Enfermedades Hereditarias (mentales y físicas). Esta ley, desarrollada por un comité de especialistas en población y cuestiones raciales, estaba dirigida a la “esterilización de personas enfermas e inferiores”. Dentro de este grupo se incluyeron hasta los alcohólicos crónicos.
Hitler, al igual que en la solución final de los judíos, no tuvo una actuación directa. Sólo dejó que sus especialistas trabajaran en la dirección del Fhurer y proclamó: “... una ley beneficiosa para la familia”, “es una ley moralmente indiscutible”, “todas las medidas que se toman en defensa de la nación están moralmente justificas”.
Siguiendo este principio de ingeniería racial se esterilizaron en forma obligatoria más de 400.000 personas. No se tienen registros de ningún doctor alemán, tanto los que eran médicos de cabecera de los pacientes o los que llevaron a cabo las operaciones, que se haya resistido o haya al menos solicitado una orden escrita.
Con el ascenso de Hitler al poder los Psiquiatras dispuestos a la “eutanasia” tuvieron también su posibilidad. En 1933 el especialista en Derecho Penal (y Ministro de Justicia nazi) H. Kerrl proclama: “No es un delito la orden de privar la vida a todos aquellos enfermos mentales incurables.
G. Wagner (dirigente de los Médicos del Reich y famoso por su “Ley de Sangre” en contra de los judíos) presionó a favor de la destrucción de “la vida indigna de vivir” y afirma que “Vastos recursos se desperdician en vidas inútiles” (aclaramos que el autor de estas afirmaciones, aunque no lo parezca, es un médico).
En 1933 Hitler, seis años antes del inicio de la segunda guerra mundial (lo que habla a las claras que ya en el año de su ascenso al poder tenía in mente el comienzo de una guerra europea), afirma en relación al asesinato de los enfermos mentales: “Esta resolución radical será mucho más fácil de ejecutar durante una guerra”.
Por orden del Ministro de Propaganda nazi J. Goebbels se filman en los asilos para enfermos mentales de toda Alemania escenas con el fin de horrorizar a la opinión pública.
La Oficina “Racial” nacionalsocialista produce con este material cinco películas mudas y una con sonido que se proyectan en forma obligatoria por orden de Hitler en todos los cines del Reich. También se inunda Alemania con una publicidad (que encabeza esta entrada) que dice "Esta persona genéticamente enferma le costará al país sesenta mil marcos a lo largo de su vida. ¡Ciudadanos éste es vuestro dinero!".
En 1936 se lleva a cabo el traslado obligatorio de todos los pacientes mentales de los asilos a cargo de la Iglesia a los asilos estatales.
Por esa época aparece publicado en Das Scwarze Corps (órgano oficial de las también tristemente célebres SS) una carta de lectores que pide una ley que permita eliminar a los niños retrasados mentales: “ley que ayudaría a corregir los errores de la naturaleza”.
Como apoyo a esta solicitud aparece en el editorial de esta revista un artículo que dice que en contra del argumento que no hay ningún derecho a matar “hay cien veces menos derecho a desafiar a la naturaleza manteniendo vivo a lo que no nació para la vida”. “No se le quita nada a un niño con una lesión cerebral grave si se le extingue”.
En 1939, el mismo año de la invasión a Polonia y del comienzo de la segunda guerra mundial, aparece una oportunidad.
El padre de un niño con discapacidades graves (ciego, sin antebrazo y con una pierna deforme) solicita a Hitler que autorice la eutanasia del niño.
Hitler envía a su médico personal (Karl Brandt) con la función de evaluar al niño y autorizar la eutanasia, que es efectivamente llevada a cabo.
A posteriori de este evento Hitler le da en forma verbal a Brandt poder para actuar de la misma manera si surgen más casos.
Es así que en los años venideros mueren más de 8.000 niños alemanes por inyecciones de barbitúricos.
Cuando en la Cancillería se le hace algún comentario sobre este tema al Fhurer él contesta “en una guerra se puede hacer un mucho mejor uso de los hospitales que desperdiciándolos en enfermos mentales”.
Los médicos del Reich son abrumadoramente favorables a colaborar con la “eutanasia” de enfermos mentales sólo con autorizaciones verbales.
Es interesante comparar esta actitud de los médicos alemanes de proceder al asesinato de miles de sus pacientes sin ninguna orden escrita con la del jefe de las SS Himmler (sin lugar a duda uno de los asesinos más sanguinarios del régimen nazi) frente al problema de los matrimonios mixtos (de judíos con cristianos).
En 1943 quedaban aún 4.000 matrimonios mixtos que vivían en Berlín.
Hitler da la orden perentoria de que todos estos matrimonios deben ser deportados a los campos de exterminio. Cuando las SS intentan cumplir la orden las esposas y esposos alemanes cristianos se resisten a la orden de deportación. Puesto en conocimiento de Hitler esta resistencia el Fhurer ordena que se lleve a cabo a sangre y fuego.
Himmler, ante la perspectiva de tener que asesinar a 4.000 alemanes “arios” solicita a Hitler una orden escrita (que no fue solicitada por Himmler para llevar a cabo el genocidio de millones de rusos, polaco, lituanos, gitanos, etc). Como Hitler no emite esta orden, las SS no llevan a cabo la deportación y estos 4.000 matrimonios mixtos siguieron viviendo en Berlín hasta el fin de la guerra sin ser molestados.
Este asesinato masivo de enfermos mentales es llevado acabo por las estructuras del partido nacionalsocialista sin informar a ninguna repartición del gobierno (Ministerios, Secretarías, etc).
Mueren así decenas de miles sin ningún fundamento jurídico. Este es un claro ejemplo de la deformación de las estructuras gubernamentales por órganos del gobierno y del partido que aplicaban la voluntad del Fhurer. Claramente el régimen nazi pasa a la acción criminal directa.
Los médicos psiquiatras de los asilos de enfermos mentales también trabajan en la dirección del Fhurer seleccionando a los pacientes que eran trasladados a asilos en los cuales otros médicos (¡que NO estaban obligados a participar!) los asesinaban con monóxido de carbono.
Los Psiquiatras matan a sus propios pacientes. ¡Este es un crimen sin precedentes en los anales de la Historia de la Medicina del cual aún no hemos perdido perdón!
Este es un hecho tan perturbador y perverso que obliga a plantear la pregunta que inicia el título de este artículo: ¿Hitler necesitaba a la Psiquiatría alemana o era la Psiquiatría alemana la que necesitaba a Hitler?
Recordemos que ya en 1918 Emil Kraepelin, considerado el fundador de la psiquiatría científica moderna, planteó enigmáticamente: “Un líder absoluto que interfiera inescrupulosamente con las costumbres humanas llevará en pocas décadas a la disminución de la debilidad mental”.
En 1931 H. Simon (jefe de servicio de Psiquiatría) afirmó: “Son categorías inferiores de personas los inválidos, débiles, insanos, imbéciles... Algunos deberán morir”.
En 1934 E. Rudin (renombrado Psiquiatra alemán) expresó: “Los Psiquiatras y las personas sanas son aliados contra los genéticamente defectuosos. Los Psiquiatras deben ayudar para lograr una raza genéticamente superior”. Continúa Rudin: “La esterilización compulsiva es uno de los actos más humanitarios”.
Ningún Psiquiatra se resistió a este asesinato en masa. Por el contrario cuando los directores del Asilo de Wurttemberg “visitaron”, acompañados de decenas de sus pacientes, el asilo de Grafeneck; la “visita” incluyó el gaseado de sus pacientes.
El director de un asilo de Baviera envió a sus pacientes “más difíciles” a un denominado “campo de trabajo” donde fueron gaseados.
El Profesor P. Nitsche (uno de los planificadores del asesinato en masa de los pacientes psiquiátricos) afirmó: “¿No es extraordinario deshacerse de toda la resaca de los asilos para poder hacer una verdadera terapia (electroshock, shock insulínico, etc.)?”
No contentos con esto los pacientes psiquiátricos son utilizados como “conejitos de India” humanos y son víctimas de proyectos de investigación humanos.
Niños con déficits mentales son infectados artificialmente con bacilos de la tuberculosis por el doctor G. Hensel quien publica su tesis de doctorado sobre este tema. En esta tesis Hensel afirma: “Es lógico utilizar para la experimentación a niños con deformidades mentales que no serán de beneficio para la nación”.
En el asilo de Brandenburgo niños con déficits neurológicos o trastornos psiquiátricos deben morir para el desarrollo de tesis de doctorados y el avance de las carreras de diferentes “científicos”.
Uno de estos “científicos” es el doctor J. Hallevorden quien publica: “Durante el verano de 1942 disequé 500 cerebros de imbéciles. Había un material estupendo entre estos cerebros como deformidades y trastornos neurológicos pediátricos...”
En el asilo de Silesia se asesina a decenas de niños con Luminal y sus cerebros y médulas son enviados al profesor Weizacker del Instituto de Neurología de Breslau. La doctora Elizabeth Hecker del asilo de Silesia opina: “Me parece estupendo que el profesor Weizacker nos haga el honor de estudiar los cerebros de nuestros niños”.
La industria farmacéutica no desaprovecha la oportunidad. IG Farben infecta deliberadamente con malaria a pacientes de los asilos.
El doctor G. Schaltenbrand extrae líquido cefalorraquídeo de pacientes con esclerosis múltiple para inyectarlo en monos. Luego extrae líquido cefalorraquídeo de estos monos y se lo inyecta a pacientes psiquiátricos en forma previa a su gaseado.
Todos estos estudios son apoyados por la Asociación Alemana de Investigación. El doctor Schaltenbrand es nombrado en 1949 Profesor Titular de Neurología.
En el asilo de Saxon mueren 5.700 pacientes entre 1939 y 1945, de los cuales 1.012 fallecen en mayo de 1945. ¡A semanas de la rendición de Alemania!
En el asilo de Hadamar en 1941 se deja morir de hambre a más de 5.000 pacientes.
En el asilo de Berlín mueren más de 18.000 pacientes entre 1941 y 1945.
En enero de 1945, a meses de la rendición de Alemania, el doctor A. Wahlman solicita 50.000 pastillas de Veronal para seguir asesinando a sus pacientes.
En el asilo de Baviera su director crea una dieta especial para que sus pacientes mueran de hambre en “tan sólo” tres meses.
En el último año de la guerra la mortalidad de los pacientes de los asilos alemanes aumentó un 45%.
A pesar del intento de rescate de las fuerzas americanas los pacientes siguieron falleciendo debido a su estado desesperante.
El Gauletier de Pomerania colabora con las fuerzas de la SS en “despejar los asilos de la región” para dar sitio a los alemanes provenientes de las repúblicas del Báltico debido al avance de las fuerzas soviéticas. Los 1558 pacientes “despejados” son fusilados en masa por las SS.
Los fusilamientos son reemplazados por cámaras de gas móviles en Polonia.
En 1940 son así asesinados 10.000 enfermos mentales, en 1941 90.000 y en 1945 esta cifra se eleva a 190.000 gaseados.
Con el gas vendido por IG Farben se asesinan en Alemania entre 1940 y 1941 cientos de pacientes de seis asilos. Sus coronas dentales de oro se “rescatan” y sus cerebros son enviados al Kaiser Wilhelm Institute de investigación Neurológica de Berlín (actualmente Instituto Max Planck).
Esta acción de “eutanasia” de los enfermos mentales alemanes hubiera sido imposible sin Adolf Hitler quien le dio a los psiquiatras una especie de “licencia” para matarlos. Pero NO debemos olvidar que fueron los médicos de los asilos quienes se encargaron del asesinato.
En 1941 el obispo Galen afirmó durante una homilía dominical: “Numerosas muertes de enfermos mentales siguen la doctrina de la destrucción de la vida indigna de vivir, es decir matar inocentes si se considera que sus vidas ya no son útiles para la nación. Entonces corren el mismo riesgo aquellos que arriesgan su vida en el frente. ¿Quién confiará en su médico? Puede denunciar a su paciente como improductivo y recibir instrucciones de matarle”.
Ante estas declaraciones Martín Bormann considera que el obispo Galen debe ser ahorcado. Si bien Hitler está de acuerdo con él considera que, debido a la guerra, no es el momento “adecuado”.
Galen hace en sus homilías una relación entre las acciones de eutanasia y los ataques aéreos devastadores de los aliados: “Son un castigo de Dios por las ofensas llevadas a cabo contra el mandamiento de no matarás”.
Esta ofensiva de la Iglesia coincide con una reubicación de los “especialistas” en gaseado en Polonia para llevar acabo el programa planificado con anterioridad de la matanza generalizada y el exterminio de los judíos europeos.
Muy pocos médicos alemanes que llevaron a cabo el asesinato de los enfermos mentales fueron juzgados en el juicio de Nuremberg.
Muchos de estos médicos lograron prosperar en la Alemania de la posguerra. Ninguno mostró pesar, constricción o culpa por sus acciones.
Estos médicos asesinos fueron tratados luego de la guerra con mucha más simpatía que sus pacientes (quienes recordemos que en 1945 tuvieron una mortalidad de casi el 50%).
Muchos centros hospitalarios y universitarios de la Alemania de posguerra recibieron los nombres de los que asesinaron y esterilizaron compulsivamente.
Un ejemplo claro de esto es el “Profesor” H. Ehrhardt (quien tuvo un activo papel en el gaseado y esterilización de enfermos mentales) que en 1947 recibió el máximo galardón de la Asociación Médica Alemana. ¡En 1948 es nombrado por el gobierno como perito en las demandas de los esterilizados!. Por supuesto Ehrhardt rechazó todas las demandas como infundadas.
¡Luego es nombrado asesor de la Organización Mundial de la Salud! Finalmente, como una especie de broma macabra, es nombrado miembro del comité de ética de la Asociación Mundial de Psiquiatría. Una de sus afirmaciones preferidas era: “La muerte por gas es una de las formas más humanas de muerte”.
Para los médicos alemanes proteger a sus colegas siempre tuvo prioridad sobre el sufrimiento de sus víctimas. Sólo así se puede comprender que NINGUN colega avisó al gobierno alemán que muchos de los psiquiatras que actuaban como peritos en las múltiples demandas por esterilización habían cambiado sus nombres y eran ellos mismos los responsables de las atrocidades del peritaje.
Durante la posguerra el Doctor Hallevorden (disector de los cerebros de los enfermos mentales) es nombrado jefe del departamento de Neurología del Instituto Max Planck.
El doctor H. Heine (director del asilo de Brandenburgo donde murieron centenares de enfermos) fue nombrado jefe de psiquiatría infantil en Wunstorf.
La doctora E. Heckel (directora del asilo de Breslau) fue “premiada” por enviar a centenares de niños con trastornos mentales a las cámaras de gas con la jefatura de Psiquiatría infantil de Westphalia.
La protección de estos asesinos se prolongó hasta el día de su muerte. Podemos leer en el obituario del responsable del gaseado de centenares de pacientes: “Lo honraremos y recordaremos...”. En el obituario de un homicida de cientos de niños: “Conmemoramos con honor al doctor...”.
En el obituario del doctor Panse (encargado de seleccionar a aquellos pacientes que debían ir a las cámaras de gas): “Una vida dedicada al servicio de los sufrientes”.
Frente a todos estos hechos de barbarie uno no puede menos que concordar con una afirmación de Ernest Klee (uno de los investigadores de este tema tan doloroso y vergonzoso para todos los médicos): “Aquellos que honran a los perpetradores matan por segunda vez a sus víctimas”
Son hechos que la mayoría de la población en Latinoamérica no sabe o ha olvidado.
ResponderEliminarLamentablemente el concepto de aplicar la EUGENESIA no es solo patrimonio de la Filosofía Nazi.
La mayoría de estos conceptos en mi opinión tiene que ver con la justificación "racional" de lo que parte de la naturaleza más repulsiva del ser humano.
Disculpa que reitere una observación anterior, el Título de esta entrega es muy Largo.
Suerte y gracias
Estimado Hegel: Estoy de acuerdo contigo acerca de la "amnesia" con respecto a estos hechos que existe en Latinoamérica. Como afirmaba Foucault esta historia forma parte de los conocimientos "sojuzgados" ("disfrazados" o "enterrados").
ResponderEliminar¡Perdón por longitud del título! Creo que necesito un tratamiento para mi logorrea. Un abrazo. Robi