miércoles, 29 de julio de 2009

Diez formas de cómo ser un pésimo presentador.


Consejos generales: esté nervioso (o sea transfórmese en una balbuceante masa viscosa hiperventilada de gelatina sudada), tenga una preparación insuficiente y no conozca a su audiencia.


1. El Speedy González (“Rapidín”): De cero a 60 palabras en 5,6 segundos.

Es normal ponerse nervioso cuando uno comienza una presentación. Pero en estos individuos, el estrés se traduce en una velocidad “cocaínica”.
Las buenas intenciones de una presentación bien sincronizada en el tiempo se van por la ventana cuando este personaje acelera a través del material de su presentación, cual piloto de formula uno en la recta final, a un paso devastador. Si su audiencia puede seguirle el paso determinará si alguien podrá obtener algo de su presentación.


2. El Ehhhhhhh

Otra tendencia del nerviosismo con la cual algunas personas deben luchar es la maldición del “eh”.
Su contenido puede ser sensacional, pero la fastidiosa frecuencia de “ehhhhs” puede arruinar completamente la presentación.
La audiencia termina contando “ehhhhs” más que escuchando a su mensaje. Tenga cuidado con el primo del ehhhhhhh, “el ahhhhhhh”. Contar “ahhhhhs” puede ser igualmente exasperante.


3. El lector: Leer libros: ¡BIEN! Leer diapositivas: ¡Apesta!

¡Este presentador no conoce sus diapositivas! NO se ha preparado en forma adecuada y como resultado, a medida que lee sus diapositivas, usted termina volviéndose más familiar con su espalda y con su cráneo occipital que con su cara.
Rápidamente usted se aburre y enoja a medida que puede leer las diapositivas más rápido que lo que el presentador las puede decir en voz alta. Por consiguiente NO está agregando NADA. ¡Tiempo de siesta!


4. El “gambeteador” de ojos.

Ya sea que las causas sean una falta de preparación o nerviosismo, este presentador es incapaz de establecer contacto visual con su audiencia.
Como resultado, los miembros de la audiencia comienzan a cuestionarse cuan realmente sincero, confiable o creíble es.
Para empeorar las cosas los oyentes NO sienten una conexión con este presentador y, por lo tanto, sus mentes comienzan a deambular por el espacio exterior.
Por lo menos la gran ventaja es que si usted quiere escabullirse él (como no mira a la audiencia) no se dará cuenta hasta el final, cuando el número de sillas vacías supere a aquellas aún ocupadas por miembros de la audiencia que dormitan.


5. El “zumbido” inerte: Monótono, inmóvil y despiadado.

Usted está entusiasmado con el tema de la presentación. Sin embargo su entusiasmo rápidamente se disipa cuando comienza la presentación con un “objeto inanimado” (aquejado de mutismo aquinético) en el frente del salón que despega con un discurso monótono.
La falta de entusiasmo del presentador por el tema de la presentación sólo es superada por su súbita falta de interés en escuchar el resto de lo que el orador tiene que decir.
Las agujas del reloj de pared no se mueven lo suficientemente rápido para finalizar esta aburridísima presentación.


6. La “manguera de incendios”. ¡Inspire profundo!

Este presentador ha decidido darle TODO lo que sabe acerca de su tema, TODO en forma inmediata sin considerar que ningún detalle es demasiado pequeño o insignificante.
Este docente no tiene un hilo sino una gruesa “soga” de discurso.
Usted tiene la sensación como que está “bebiendo” información “semi-útil” de una poderosa manguera de incendios (¡agradezca que no es un enema!).
Al final de la presentación está “empapado” de información pero aún sediento. Lo único que usted necesitaba era que le sirvieran, con cuidado, un vaso de refrescante entendimiento y comprensión.


7. El mal administrador del tiempo.

Algunos presentadores no se preocupan por las limitaciones de tiempo o por ensayar el ritmo de paso de sus diapositivas.
Una audiencia pede ser “tomada como rehén” hasta que este tipo de presentador haya completado su tren fugitivo de pensamientos, no ensayado previamente.
Un subgrupo de este tipo de presentadores puede ser un poco más conciente acerca de finalizar a tiempo, pero calculan mal cuánto tiempo necesitan, y finalizan en una especie de “sprint” de 100 metros llanos (digno de un record olímpico) a través de varias de sus diapositivas finales (mientras repetitivamente dice una letanía de “la próxima”, “la próxima”, “la próxima”, luego de tan sólo 1 milisegundo de exposición de la diapositiva mientras comenta “esta diapositiva no es tan importante” y uno piensa “¿y entonces para qué cornos la pusiste?”) para terminar a tiempo.
Ambos “subtipos” de este presentador desorganizado “afeita” el espacio temporal o cubre el tema en forma inadecuada.


8. El “disculpador”: Siento mucho que haya venido a esta presentación.

¡Ups! No debería haber venido a esta presentación. Este presentador claramente no reflexionó en profundidad cómo “fluiría” o aparecería su presentación ante su público.
Rápidamente comienzan a volar las disculpas: “Perdón, probablemente no puedan leer esta diapositiva”, “Pido disculpas por no tener conexión con Internet para mostrar este video”, “Mi culpa, debería haber borrado esta diapositiva”, “uuups… yo no hice esta diapositiva”, etc.
La presentación puede sentirse hacia el final como un confesionario, pero NO puede perdonarle sus desprolijos pecados de la presentación. Usted lamenta que ha perdido 60 minutos de su tiempo, los cuales NUNCA recuperará.


9. El “vagabundo”.

En los primeros cinco minutos usted se da cuenta que las diapositivas de Power Point de este presentador son simplemente una formalidad o una molestia.
A medida que este presentador comienza a abandonar el tema, usted se pregunta qué “valores” recibirá de su presentación.
Lo más probable es que usted termine con una ensalada de hechos inútiles, opiniones aleatorias, y pensamientos incompletos.
Usted se quedará con las ganas de saber cuál era el tema que debía cubrir el presentador y probablemente abandonará la presentación “desnutrido” y hasta aún nauseoso.


10. El boleto de ida. ¡Abróchese el cinturón y mantenga sus manos abajo!

¡Sujétese el cinturón! Este presentador tiene un destino en mente y está determinado de llegar allí a tiempo caiga quien caiga. Mantenga sus manos abajo porque las preguntas NO serán contestadas hasta el final de la “cabalgata” (¡si es que queda tiempo para eso!).
Este tipo de presentador ve a la interacción presentador – audiencia como una mera distracción en el camino hacia su meta.
Puede ser que disfrute algunas partes de la cabalgata, pero quedará con preguntas que hubiera deseado que fueran contestadas por el presentador.
Se preguntará si la cabalgata no se hubiera podido mejorar MUCHÍSIMO permitiendo a la audiencia que participara y contribuyera a lo largo del camino. Una oportunidad perdida y una presentación para olvidar.

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